En una película dirigida por Aarón Fernández y un reparto que combina a actores con no actores, la costa de la Esmeralda (Veracruz) es retratada en este largometraje que ganó el premio del jurado en la 26° edición del Tokio International Film Festival.
La producción, que contó con el apoyo de Francia y España, es tan austero como el motel que se vuelve el eje rector de la película. Sebastián (Ferrer),, de 17 años, llega a hacerse cargo del motel donde conoce a Miranda (Paz), quien es una clienta habitual a quien su amante la deja seguido plantada.
La historia es sencilla, y se enriquece con las vivencias de los lugareños. La tranquilidad constante de aquellos parajes aislados de la región de Totonacapan es, igualmente, un protagonista en la historia. Este aislamiento y tedio es lo que acerca a los personajes y lo que vuelve lo insignificante, significativo.
Se comenta que Aarón Fernández le dio especial importancia al casting de la obra y que fue una de las partes más difíciles en la producción (1) . Uno puede imaginar en qué residió esta dificultad. Los actores están lejos de ser los clásicos galanes que se proyectan tanto en Hollywood como en las novelas. Sin embargo, sus cuerpos contagian la sensualidad implícita en la historia.
Sin que quede la sensación de estar ante una obra maestra, uno siente haber probado un buen dulce del Séptimo Arte. La obra de Aarón Fernández no es un cine pretencioso, pero tampoco trivial.