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La contemplación: virtud perdida

Hoy vi cómo una persona scroleaba desde su celular en Instagram y daba like a toda las imágenes que aparecían en frente de él. Era un proceso muy rápido. No se detenía más de tres segundos en cada imagen, apretaba dos veces su pantalla, un tenue corazón aparecía ante él, se desvanecía en milésimas de segundo y él deslizaba su dedo para pasar a la siguiente imagen. Si no fuera porque likeaba todas las imágenes que se le presentaban, no me hubiera llamado la atención. Hasta ahora, suponía que sólo nos deteníamos a observar lo que nos interesaba, pero este sujeto no se detenía ante ninguna imagen.

La contemplación nos permite apreciar detalles imperceptibles con una observación superficial.

La contemplación nos permite apreciar detalles imperceptibles con una observación superficial.

Ante su forma de observar, recordé este texto de El País, que no habla sobre la apreciación pictórica, sino sobre nuestros hábitos de lectura. El texto plantea que cada vez nos hemos vuelto más multitasking y, aunque hoy en día se lee más que nunca, nuestra lectura es más superficial por llevarla acabo junto con otras actividades. Sus conclusiones pueden extrapolarse hacia nuestros hábitos contemplativos.

Ya antes la televisión le daba de estocadas a nuestra capacidad de contemplación. Observen algún video o película comercial y cuenten cuántos segundos permanece la cámara mostrando el mismos cuadro. Si dura 5 segundos, fue una toma larga. En un programa de televisión, nuestra atención era interrumpida cada cinco o tres segundos.* Sin embargo, ahora podemos distraernos de lo que hacemos en menos tiempo.

Dejo a un lado las implicaciones cognoscitivas que tienen estos cambios de hábitos en el aprendizaje o en el trabajo. Lamento, antes que nada, la pérdida de nuestra capacidad de contemplar. Los análisis que hacía Barthes sobre el punctum de una foto, es decir, aquello que nos atrapa más  que nada en una composición fotográfica, parecen ahora ser ociosos, pues nadie se detiene a observar una imagen. La ven y pasan a la siguiente.

Esta poca capacidad para contemplar se refleja en las malas fotografías que la gente comparte. Bajo la falsa premisa «lo que importa es el contenido», compartimos lo que hacemos con una foto tomada a toda prisa, sin que nos detengamos en algún momento a contemplar la escena que tenemos ante nosotros. De esta manera, aunque guardamos registro de nuestras actividades, nunca pusimos atención a lo que teníamos a nuestro alrededor.

En un cuento de Paul Auster, (El cuento de navidad de Auggie Wren) un joven fotógrafo aficionado le muestra su álbum que representaba su «gran proyecto artístico». Paul Auster solo ve la misma esquina reproducida una y otra vez en todo el álbum y va pasando con rapidez las páginas hasta que el joven le recrimina y le dice que «así nunca va a entender».  Cuando se da la oportunidad de contemplar, se da cuenta de los cambios estacionales, de las diferentes personas que atraviesan la esquina, comienza a reconocer rostros y a percibir las sutiles transformaciones del entorno. Es la misma esquina fotografiada cada día, durante varios años, a la misma hora y aún así ofrece una gran variedad de detalles para quien esté dispuesto a detenerse a verlos.

El cuento retrata bien los goces que puede darnos la contemplación. Con la contemplación, el tedio de la rutina nos huye, pues podemos sorprendernos ante lo familiar. La tecnología nos quita un poco aquellos goces, pero podemos hacernos de algunos hábitos para entrenar la contemplación. Yo, en particular, prefiero dos de estos: el dibujo y la fotografía.

Ya no dibujo tan seguido como antes y, como era de esperarse, dibujo peor que antes. Noto que no tengo la paciencia que tenía en mis primeras clases de dibujo y pintura para observar lo que tengo ante mí. Aún así, intento de vez en cuando practicar un poco.

La fotografía digital es una técnica menos efectiva para practicar la virtud de la contemplación. Sin embargo, si nos esforzamos en tomar una buena foto, nos ayuda. Intento tomar buenas fotos y no compartir malas fotografías. La red ya está llena de imágenes desagradables,  no quiero contribuir a ese ruido visual. Intento encontrar una forma de observar mi entorno a través de una cámara que descubra un ángulo o un detalle no explorado por los ojos de otras personas, ángulos y detalles solo asequibles a través de la contemplación paciente.

* Hablo en pasado de la televisión porque no la veo porque no tengo una y me parece tecnología extinta.

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