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Terroristas novatos

El perpetrado contra el semanario satírico francés, Charlie Hebdo, aunque fue una muestra de sadismo, parece haber sido realizado por novatos. Los terroristas, musulmanes nacidos en Francia, no se preocuparon por verificar dónde había cámaras de seguridad que pudieran dejar registro de sus movimientos. Tuvieron la torpeza de llevar un carnet de identidad y -aún más imprudente- de dejarla tirada cuando huían. La identificación de los responsables fue sencilla y no pasó más de una semana para que pagaran con su vida sus errores.

Tal vez, dentro del fanatismo, no les importaba las consecuencias de sus actos. Pero hay formas más elegantes para limitar la libertad de expresión. Controlar la distribución de papel, por ejemplo, y limitar su uso a los medios favorables a la creencia de uno, como lo hizo por mucho tiempo el gobierno mexicano. Pero si el control del papel no es posible, también se les puede dar un sustito. La desaparición de un periodista puede servir para que sus colegas midan sus palabras, si no desean la misma suerte. Esta táctica ya no es elegante, pero al gobierno de Javier Duarte le dado resultados. Si México se ha vuelto uno de los lugares más peligros para los periodistas, se debe en gran medida al único estado que es bello -y a quien diga lo contrario, lo matamos. Hasta ahora, ninguno de los asesinos y plagiadores ha recibido su merecido.

Podemos irnos a otras latitudes. Leía, antes de escribir estas líneas, sobre una masacre en Nigeria. Dos mil personas incineradas vivas en Baga, ciudad de la que no sabría de su existencia si no fuera por el grupo islamista Boko Haram, quienes llevaron acabo el acto. A pesar de lo espectacular del crimen, parece que sólo Alá podrá castigarlos, y parece que no habrá indignación masiva por ello. Su eficacia deja a los supuestos incineradores de Iguala como novatos. Aunque claro, ellos han dejado más rastro en el rastro.

Y para asesinar a miles sin consecuencias es experto el Estado de Israel, que en su último ataque a Gaza, una ciudad que parece más ghetto que ciudad, mató a cerca de dos mil civiles cuyo delito fue nacer en el pueblo no elegido por Dios.

La conclusión es irrefutable. Si quieres hacer terrorismo eficaz y sin consecuencias, lo más conveniente es estar en el Estado. Y entre más grande caca seas, mejor aún. Los Abarca se sentían ya en las ligas mayores ocupando la Presidencia Municipal, así que no han podido quedar impunes. Los yihadistas lo han visto con claridad y crearon el Estado Islámico de Levante, el primer Estado fundado con la intensión firme de practicar el terrorismo. Podremos acusarlos de muchas cosas, menos de hipócritas y novatos.

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Este Estado ya no sirve, tíralo a la basura

Me contaron sobre una reunión con colectivos culturales que organizó algún asambleísta del Distrito Federal para una ley de promoción cultural. Les leyeron las propuestas a los colectivos, y les pidieron que sugirieran qué se podía agregar. Los representantes de los colectivos aprovecharon para reclamar todas las trabajas que les imponían los funcionarios públicos para realizar su trabajo y los ánimos se subieron. El asesor del asambleísta pidió que comprendieran que el Estado estaba para armonizar y, total, debían tragarse la burocracia estatal. Obviamente, esto encendió los ánimos y la vena anarquista de unos cuantos.

En este Estado armonizador, el calendario electoral guía las decisiones de los políticos. La opinión del ciudadano sólo importa para saber qué recuadro marcará con una cruz y qué argumentos pueden convencerlo de marcar otra. La tragedia sucedida Ayotzinapa lamentablemente ilustra qué tan pérfido puede ser este modelo democrático.

Si confiamos en las versiones hasta ahora proporcionadas de los hechos, el exalcalde de Iguala, José Luis Abarca, pidió que les dieran una lección a los normalistas para impedir que arruinaran el informe de actividades de su esposa, María de los Ángeles Pineda, quien aspiraba a ser alcaldesa. No querían que aquellos muchachos, evidentemente contestatarios y revoltosos, le quitaran el protagonismo para poder ponerse en el lugar de su marido.

Pero la mano se les pasó, finalmente. La ineptitud de las autoridades estatales, que probablemente simpatizaban con el alcalde por los réditos políticos que pudiera proporcionarle para la campaña electoral del año siguiente en Guerrero, contribuyeron a darle el tiempo suficiente al alcalde y a su esposa para escapar y esconderse.

Conforme los detalles más escabrosos salían en los medios, la indignación del público crecía. Este enojo se vio como una oportunidad para los partidos de denostar a sus adversarios. No se podía dejar de señalar que tanto el estado de Guerrero, como el municipio de Iguala, estaban gobernados por el PRD. No se podía dejar de señalar que el Gobierno Federal nunca actuó en Iguala, aunque ya tenían denuncias anteriores contra su alcalde. No se podía obviar que la corrupción en el gobierno había propiciado estos actos. No se podía dejar de acusar a la política del gobierno anterior que promovió la violencia de estos grupos delictivos. Y por supuesto, no se podía dejar de pensar cómo se le podía sacar provecho electoral a la situación.

El PAN lanzó una propuesta anticorrupción. MORENA hace una asamblea de supuesto apoyo a Ayotzinapa, donde después su carismático líder pretende convertirse en un mártir mayor que los 43 desaparecidos. El PRI no ha dejado de señalar que todo sucedió en gobiernos perredistas. Y el PRD… El PRD ha preferido no declarar tras darse cuenta de que  mete más la pata cada que sus líderes hablaban.

En Ayotzinapa fue Estado. Y cuando decimos «fue el Estado», debemos recordar quiénes conforman ese Estado. El Estado no sólo es el nivel federal, también son los gobiernos estatales, los municipales y con su división de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Y cuando decimos que fue el «Estado», es ese Estado con mayúsculas que sirve como herramienta de control de la clase dominante sobre la oprimida. No, no es el Estado «armonizador», ese sólo es un cuento de hadas para que creamos en la necesidad del Estado. No hay partidos político que pueda curarse en salud cuando se señala que fue el Estado, pues conforman el estado o, al menos, pretenden conformarlo.

Si decimos que fue el Estado, entonces la solución no es cambiar al administrador del Estado, sino cambiar el Estado mismo, pues ese Estado ya no sirve. O mejor aún ¿por qué no pensar en tirar de una vez a la basura al Estado?

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