Mi relación con la música es similar a la establecida con el resto de mis amores: platónica. Me gusta en sus múltiples variantes, excepto algunos tipos a los que rehuyo -supongo que como le pasa a todos con la música.
La descripción que más me ha agradado sobre la música es la de NoAlcanza (que de hecho, fue lo primero que le leí), por lo que no pretenderé superarla. Como sea, no sé como hablar sobre la música, así como no sé bailarla, ni sé tocarla y apenas comprendo un poco de sus cuestiones teóricas. Por eso, siempre he tenido la sensación que de ella no podré ser más que simple admirador secreto. Intentando cambiar mi situación, he retomado la flauta dulce que dejé desde secundaria. La gente no suele tomar en serio ese instrumento, quizá por el mismo hecho que todo el mundo lo toca en secundaria (pero vamos, nadie lo toca bien). Mas hay gente reconocida por tocar bien la flauta dulce, como Horacio Franco.
No pretendo volverme un Horacio Franco, pero al menos quiero poder escuchar la música que me gusta cuando quiera, y tener algo de qué poder vivir si mi carrera profesional fracasa… (pidiendo dinero en el metro sin parecer parásito). ¡Ah! Y tocar «La lavandera irlandesa» mejor que el sujeto de abajo.
En sí, el instrumento con que mejor se toca (y mejores versiones he escuchado) es el tin whistle, pero debo trabajar con lo que tengo. Los tonos más agudos son los más difíciles para mí y desafino horriblemente. En youtube.com he podido constatar que no soy el único. Hay versiones que cambian la segunda parte, otras que bajan el registro original de esa misma parte. He hecho lo propio, y costándome trabajo tocar el fa 3 #, he practicado sólo con fa, bajo el corolario «sólo es medio tono menos».
La gente debería darle el lugar que merece a la flauta dulce.