Cuando quiero identificarme entre el gremio de los desempleados, me recuerdo que en realidad, no soy un desempleado. De hecho, tengo dos empleos. Sin embargo, es difícil sentir que uno tiene un trabajo cuando el dinero apenas le alcanza para sostenerse. El gasto de la renta se ha duplicado ahora que he vuelto a vivir solo. Buscar un sitio más barato para vivir pareciera ser una necesidad, sin embargo, he preferido buscar un mejor trabajo. Si he de cambiarme de domicilio, prefiero regresarme a Veracruz.
No soy desempleado, entonces, pero estoy buscando un trabajo. La tarea es difícil cuando el índice de desempleo ha aumentado a raíz de la recesión mundial. Además, es difícil cuando uno tiene en claro que no quiere cualquier trabajo, sino un trabajo bien remunerado. La necesidad de pagar solo la renta de la casa me impulsa a ser más ambicioso. En otras circunstancias, me quedo con mi trabajo. Me gusta lo que hago, tengo un horario flexible y tengo comida incluida.
He mandado más de una veintena de currículos, y hasta ahora, me han dado sólo tres entrevistas. Eso estaba por desilusionarme, hasta que me di cuenta que, en realidad, me ha ido bien. Además, no soy un desempleado que le urge encontrar un trabajo porque tiene bocas que mantener. Tengo, hasta cierto punto, libertad. Soy libre de buscar un trabajo acorde a lo que quiero hacer, y soy libre de moverme en caso de ser necesario. Mientras ¿cuánta gente no anda buscando trabajo?