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Cuando Veracruz era sólo bello

Ha entrado un norte y el viento alborota todo lo que puede: azota la puerta, zarandea las ramas y chifla. Quiere jugar y yo quisiera salir con él, aunque me llene los ojos de tierra.

Sin embargo, todos me recomiendan quedarme en casa, no porque haya mucho viento. Hay mucho miedo. Y les hago caso, no es para menos. Veracruz no es lugar donde crecí, ya no.

A los seis años cruzaba un par de cuadras para ir al parque Zaragoza y jugaba hasta aburrirme, o hasta que dieran las 8 de la noche, mi hora límite. A los ocho años recorría en patines El Coyol, hasta que el sol me extenuaba. Cuando los patines ya no me quedaban, los cambie por recorridos en bicicleta. Entre los 12 y 14 años, caminaba durante la noche por calles sin pavimentar y sin preocuparme.

La noche es agradable. El viento sopla fuerte, pero no tanto como para arruinar una visita al mar. Quiero proponerle a la gente que caminemos por el bule. Es insensato.

«Veracruz es como Tierra Media», pienso en una fantasía tolkiana. «Ha sido tomado por una horda de orcos, libres para robar, violar y matar, que sirven a malos gobernantes.» Uno se siente como un hobbit incapaz de defenderla.

Escucho las noticias de los periodistas que son amenazados y asesinados, de los jóvenes que son torturados y desaparecidos, de las mujeres que son ultrajadas (y también asesinadas). La justicia parece haber corrido con la misma suerte. Aún nadie sabe de su paradero ni se tienen detalles de la última vez que se le vio.

No se puede pronunciar «Sólo Veracruz es bello», aquel viejo eslogan del estado, sin sentir que uno es sarcástico. Veracruz aún es bello, pero ya está muy manchado de sangre, mierda y corrupción como para notarlo.

¿Qué puedo hacer yo, que no me encuentro aquí mas que de visita? ¿Llenarlos con las malas noticias que recibo a diario? Estoy al tanto de cada una para verificar que no se trata de un amigo o de un compañero. Como si las noticias que escuchamos ya no fueran suficientes para saber que todo está mal. Lo que necesitamos saber es qué hacer. Y no tengo ni puta idea.

 

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El rostro de los tantos muertos

Cifras de civiles muertos del 2007 al 2014. Afganistán 21 mil. Irak, 81 mil. México, 160 mil. 55% de las muertes, atribuidas a la guerra contra el narcotráficLas cifras ya las han escuchado hasta el cansancio. Tantos periodistas asesinados, tantos personas desaparecidas, tantas mujeres muertas, tantos estudiantes raptados. Siempre un número acompañado de un sustantivo que define a la víctima. A veces sólo definimos su situación actual: son ya tantos muertos.
Y en cada muerto exigimos la justicia como si fuera una carta a Santa Clos. En nuestra boca y en nuestro pecho solo se queda la rabia, la impotencia, la tristeza. En cada muerto esperamos que ahora sí, la situación coyuntural provoque un cambio radical en este Estado. Mientras, nuestro amigos y nuestros compañeros se acumulan solo como una cifra más en las estadísticas.
Hacer otro comunicado de alerta, escribir otra carta de indignación. Todas las situaciones se parecen tanto. ¿Cómo expresar con sinceridad nuestro dolor cuando las palabras se pierden en el ruido mediático?

-Andaba preocupado C por Nadia Vera, la tienes entre tus contactos. ¿Está bien?

-No. Falleció. La mataron. Una joda, pero que el mal pase cerca de uno no lo hace más mal, es así, todos los días, vivir entre miserias y abismos.

Quieren un mensaje de parte de Xalapa en la manifestación en DF. ¿Qué mierda se puede decir? Los improperios justos ya fueron dichos millones de veces y abundar en exageraciones comienza a matar a las palabras mismas.

Solo queda darle rostro a las víctimas. No son solo una cifra más. Fueron personas a quienes les negaron el derecho de ser. Fueron personas con sonrisas, con llantos, con aspiraciones, con deseos de justicia.

Esto decía Rubén Espinosa sobre el periodismo en Veracruz.

Esto decía Rubén Espinosa sobre el periodismo en Veracruz.

Lo peor es que siento que esto no va a cambiar. Antes de venirme acá [al DF] trabajaba para un periódico en Veracruz, ya hace años. Y era como Rubén lo decía. Y en todo este tiempo no ha cambiado, ha empeorado«, me cuenta J.

Yo mismo no sé cómo responder más allá de expresar mi indignación. Me queda claro que Javier Duarte debe ser investigado y juzgado. Su administración se ha caracterizado por la amenaza, desaparición y asesinato de periodistas como política hacia la prensa, y de civiles como política hacia los movimientos sociales. Pero, más allá de los deseos ¿qué tenemos para desatarnos las manos y quitarnos la mordaza?

¿Cómo nos quitamos la mordaza?

¿Cómo nos quitamos la mordaza?

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Cuando Veracruz fue 132

Una amiga socióloga me ha preguntado cuál creo que fue la mayor aportación del movimiento 132 en Veracruz y ha comentado que “Veracruz fue un caso especial”. No sé si Veracruz fue un caso especial, pero fue un caso distinto porque lo conformaron personas distintas en un contexto distinto a otros lugares del país. Tampoco creo tener la capacidad para realizar un análisis amplio que haga justicia a lo que fue el movimiento. Por eso retomaré algunos comentarios de quienes participaron en su momento para apoyarme.

Sobre los inicios del movimiento, no puedo decir mucho. Yo no me encontraba en Veracruz. Observaba cómo transcurrían las elecciones mientras me llenaba de indignación que nadie despeinara el copete de Peña en la punta de las preferencias electorales. ¿A caso pocos se acuerdan de Atenco?, me preguntaba, mientras me acordaba de Alexis Benhumea quien murió por ser golpeado por un proyectil de gas lacrimógeno en la cara durante el brutal operativo ordenado por el entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, como sucedió con Kuykendall después, cuando tomó la presidencia. La chispa que encendió todos esos resentimientos contenidos provino de donde menos nos imaginábamos muchos: de una escuela privada, estereotipo de la fresez, de la Universidad Iberoamericana.

De cómo inició todo en Veracruz, me comentaba N. en un audio:

#YoSoy132 Veracruz lo conformaban, en un inicio, un montón de desconocidos que atendían a las convocatorias en Redes Sociales, iniciativa de estudiantes de la Facultad de Comunicación de la Universidad Veracruzana (UV). […] La mayoría de quienes tomaban las decisiones eran estudiantes de la UV, aunque también había gente de la Villa Rica, del Colón, del Tecnológico, de la Universidad del Golfo, de la UNIMEX. Era gente muy diferente, unida para manifestarse en contra de la posible gestión del gobierno priísta. Había personas con distintas ideologías, e incluso quienes se declaraban afines a partidos políticos contrarios al PRI.

En frente del IFE

En frente del IFE.

Esta heterogeneidad la pude notar cuando los conocí en el campamento que se instaló en frente de un módulo del Instituto Federal Electoral (IFE). Me parece que era parte de su fortaleza. La colaboración entre estudiantes de Ingeniería en Sistemas, de Derecho, de Comunicación, de Relaciones Internacionales, de Medicina etcétera, le daba al grupo una amplia visión que contrastaba con la inexperiencia de todos como individuos. Para la gran mayoría, era la primera vez que se organizaban para protestar, que discutían en asambleas los cómo, cuándo y dónde. Y eran todo, menos ninis. Algunos, eran todo lo contrario. Muchos de ellos tenían que arreglárselas para trabajar y estudiar al mismo tiempo.

Regresando a la pregunta de mi amiga, qué aportó el movimiento a las elecciones de 2012, no puedo decir mucho. Las elecciones no me importaban tanto como esa organización que se había dado con espontaneidad y podía consolidarse a largo plazo. La prueba de fuego era después de las elecciones, después de la imposición tan anunciada por las televisoras. Sobre la aportación del movimiento para las elecciones, quizá puedan decir más cosas personas como Kjalil, a quien cito:

  • Al salir a las calles y llevar información a las mismas se logro que muchas personas se informaran y pensaran un poco más su voto.
  • Se lograron muchos espacios abiertos al dialogo entre universitarios y ciudadanos en general.
  • Cada una de las marchas realizadas en Veracruz, jamas terminaron en problemas mayores, se dio buen ejemplo de libre expresión y el derecho a manifestarse.
  • Se promovió mediante este movimiento el arte, la música y expresiones escénicas que muy difícilmente veías en la calle; se incentivo la participación de jóvenes artistas en apoyo al movimiento.
  • Presencia y espacio en los medios, no solo como una noticia incómoda sino como una noticia realmente informativa.
  • Se mantuvo vigilancia en los principales puntos de recepción de votos para evitar atracos, embarazos de urnas, entre otras situaciones.

La aportación no es baladí. Elecciones anteriores en Veracruz habían sido tristes recolectas de casos de acciones turbias que daban el triunfo al PRI. En esa ocasión, casi todas las casillas del puerto de Veracruz dejaron al PRI en tercer puesto.

Pero la aportación que me parece más importante es que enseñó a la gente a organizarse. Mantener un campamento durante en el zócalo por más de un mes y lograr mantenerse ahí a pesar de las múltiples amenazas de desalojo no se logra sin cierta organización. Tomar las instalaciones de un Palacio Municipal, aunque sea el balcón, y plantarse casi dos semanas, tampoco se logra sin un mínimo de organización, por muy espontáneo que haya sido el acto en ese momento. Esa eran las acciones más visibles, pero se tenían otros proyectos que se lograron mantener durante un tiempo, mientras la organización y el compromiso se existieron, como un sitio web que alojo no solo a la Asamblea de #YoSoy132 del Puerto de Veracruz, sino a las asambleas de Coatzacoalcos, Xalapa, Poza Rica y Altas Montañas (que era una conglomeración de Orizaba, Córdoba, Fortín y otros municipios aledaños) y fue una plataforma para difundir información que no salía fácilmente en otros medios.

Tal vez a eso se refiere mi amiga socióloga cuando dice que “Veracruz fue un caso especial”. Las discusiones rara vez eran en las instalaciones universitarias. Se salía a las calles y se tenía contacto directo con la gente. Se abría el diálogo, el debate en la plaza, como se hacía en la política de muy antaño.

Eso que sucedió en Veracruz, que era insólito desde los tiempos de Herón Proal y el movimiento de los inquilinos a inicios del siglo XX, ya no es tan atípico. La gente sale a la calle con más frecuencia para protestar contra los gobiernos saqueadores y negligentes. Es un avance, si consideramos que hace unos años nadie salía a la calle por miedo a la delincuencia organizada que usaba la ciudad como campo de gotcha. Falta aún una organización constante y militante para crear alternativas a los malos gobiernos e iniciar proyectos autónomos con resultados palpables, para que la violencia y las marrullerías no sean cosa de todos los días.

Ayer, 10 de mayo, la gente protestó en el puerto de Veracruz en solidaridad a la familia de Columba Campillo, estudiante de 16 años de un colegio privado quien fue encontrada muerta, mientras que una estudiante de la Facultad de Administración, Melissa Espinoza, se encuentra desaparecida. Ya nadie se cree la cantinela de los “casos aislados” o el “por algo les habrá pasado”. Los muertos y desaparecidos se acumulan sobre los papeles de la burocracia que se ve rebasada para investigar e impartir justicia, cuando no se ve cómplice. No sé si este valor para organizarse y salir a protestar tiene su antecedente en el 132, o simplemente es la consecuencia lógica de la rabia y la impotencia.

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La Sociedad de los Periodistas Muertos, Aristegui y los Grandes Consorcios Mediáticos

MVSEn mi timeline de Twitter y de Facebook mis contactos se expresan en contra del despido de la periodista Carmen Aristegui por MVS. Este despido sucede después de que dos colaboradores de la conductora del noticiario matutino fueran también despedidos tras ser presentado Mexicoleaks, una plataforma para filtrar documentos de interés público y proteger a los periodistas y ciudadanos.

Tras leer la ola de indignación -comprensible- por lo sucedido y las acusaciones de violar la libertad de expresión a MVS, me he preguntado si no debiera unirme a esa indignación. Sin embargo, no siento realmente la necesidad o el deber para quejarme y necesito explicar por qué.

México compite ferozmente por mantenerse en el liderato de los países con más agresiones a periodistas. Esta posición la ha logrado con esfuerzos, ya que ni siquiera está en guerra como sucede en otros países punteros. Esas agresiones incluyen muchos asesinatos, donde Veracruz se mantiene como el más hostil al periodismo.

La mayoría de los periodistas muertos y agredidos eran apenas conocidos. Algunos ni siquiera trabajaban para medios comerciales de gran alcance nacional. Moisés Sánchez ni siquiera estudió periodismo, solo era un taxista que con sus propios recursos montó un portal web donde informaba sobre lo que sucedía en El Tejar, una ranchería de Medellín.

En todos esos casos, no eran contratos de trabajo, sino vidas las que eran terminadas. Y hemos guardado silencio. No hemos creído que valía la pena solidarizarse o exigir el respeto a la libertad de expresión, al menos no en masa. Más vergonzoso aún ha sido que ni los periodistas hayan realizado una acción coordinada para solidarizarse con sus compañeros (¿falta de imaginación? Bien pudieran ser primeras planas en negro, consignas en los tabloides hasta que se esclarezcan las muertes, las opciones son demasiadas).

Nos falta apreciar los pequeños medios informativos, aquellos que se juegan el cuello más que nada por amor al oficio, pues la ganancia es poco significativa. Los grandes consorcios se preocupan por sus bolsillos. La información es un negocio para ellos, no un derecho que nos ofrecen a nosotros. Ellos pueden contratar y despedir a quien se le dé la gana. Nosotros podemos decidir si los vemos, los escuchamos o los leemos. Ser leal al gobierno deja de ser un buen negocio si no hay audiencia que justifique los altos precios del tiempo al aire para comerciales.

También nos falta reconocer que todos podemos ser periodistas. Los medios hoy en día nos sobran. Los índices de cámaras fotográficas per capita en la calle deben ser los más altos en la historia del país. La mayoría de los modelos de celulares permiten grabar audio. Las plataformas para publicar en la red son tan variadas que es difícil elegir.

No quiero con esto menospreciar el oficio del reportero. A pesar de todo, necesitaremos siempre gente que se dedique tiempo completo al periodismo, pues son los que pueden hacer mejor que nadie el trabajo. Son los que saben cómo solicitar documentos a las dependencias, verificar los datos, hacer las preguntas incómodas durante las ruedas de prensa y las entrevistas. Aún en el periodismo profesional, son los menos y necesitamos de ellos más. Empecemos por reconocerle su labor para no solo saber que existen cuando aparecen en una fosa con signos de tortura porque estaban haciendo bien su trabajo.

Por otro lado, los grandes consorcios deberán ser leales a las políticas del gobierno federal mientras el espectro radioeléctrico sea un pastel en una fiesta donde el poder Ejecutivo tiene el cuchillo para repartirlo. No basta una voz disidente en la radio nacional para cambiar este panorama. Por eso me siento incómodo si comparto o expreso indignación por lo sucedido al equipo de Carmen Aristegui. Sí, limita las opciones de información en radio, pero si me voy a quejar, no será para reconocer el poder que tiene la burguesía para decidir qué vamos a escuchar. Los medios alternativos existen. Mientras, la fama de Carmen Aristegui le permitirá entrar a otros medios, tal vez más pequeños. Deberíamos voltear a esos medios que tienen menos intereses que perder. Mejor así, son los medios que prefiero leer y escuchar.

Solidarizarme con Carmen Aristegui me parece acción de una fandom iracunda, similar a la que se manifestó cuando Cuauhtémoc Blanco no fue convocado a la selección. Prefiero solidarizarme con los periodistas de bajo perfil que arriesgan su pellejo para mostrarnos la carne putrefacta de la nación.  Ella al menos sigue viva, y si es congruente, seguirá reporteando en algún medio, por pequeño que sea, filtrando los escándalos de la clase política.

Moises

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Terroristas novatos

El perpetrado contra el semanario satírico francés, Charlie Hebdo, aunque fue una muestra de sadismo, parece haber sido realizado por novatos. Los terroristas, musulmanes nacidos en Francia, no se preocuparon por verificar dónde había cámaras de seguridad que pudieran dejar registro de sus movimientos. Tuvieron la torpeza de llevar un carnet de identidad y -aún más imprudente- de dejarla tirada cuando huían. La identificación de los responsables fue sencilla y no pasó más de una semana para que pagaran con su vida sus errores.

Tal vez, dentro del fanatismo, no les importaba las consecuencias de sus actos. Pero hay formas más elegantes para limitar la libertad de expresión. Controlar la distribución de papel, por ejemplo, y limitar su uso a los medios favorables a la creencia de uno, como lo hizo por mucho tiempo el gobierno mexicano. Pero si el control del papel no es posible, también se les puede dar un sustito. La desaparición de un periodista puede servir para que sus colegas midan sus palabras, si no desean la misma suerte. Esta táctica ya no es elegante, pero al gobierno de Javier Duarte le dado resultados. Si México se ha vuelto uno de los lugares más peligros para los periodistas, se debe en gran medida al único estado que es bello -y a quien diga lo contrario, lo matamos. Hasta ahora, ninguno de los asesinos y plagiadores ha recibido su merecido.

Podemos irnos a otras latitudes. Leía, antes de escribir estas líneas, sobre una masacre en Nigeria. Dos mil personas incineradas vivas en Baga, ciudad de la que no sabría de su existencia si no fuera por el grupo islamista Boko Haram, quienes llevaron acabo el acto. A pesar de lo espectacular del crimen, parece que sólo Alá podrá castigarlos, y parece que no habrá indignación masiva por ello. Su eficacia deja a los supuestos incineradores de Iguala como novatos. Aunque claro, ellos han dejado más rastro en el rastro.

Y para asesinar a miles sin consecuencias es experto el Estado de Israel, que en su último ataque a Gaza, una ciudad que parece más ghetto que ciudad, mató a cerca de dos mil civiles cuyo delito fue nacer en el pueblo no elegido por Dios.

La conclusión es irrefutable. Si quieres hacer terrorismo eficaz y sin consecuencias, lo más conveniente es estar en el Estado. Y entre más grande caca seas, mejor aún. Los Abarca se sentían ya en las ligas mayores ocupando la Presidencia Municipal, así que no han podido quedar impunes. Los yihadistas lo han visto con claridad y crearon el Estado Islámico de Levante, el primer Estado fundado con la intensión firme de practicar el terrorismo. Podremos acusarlos de muchas cosas, menos de hipócritas y novatos.

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Emitir un juicio ¿Acto de fe?

Publicado en De-Veritas

Tenemos a un joven de 30 años, José Luis Burela López, a quien se le hizo sencillo -como a muchos de nosotros se nos hace- cruzar a media calle, teniendo cerca un puente peatonal. Por otro lado, tenemos a una periodista y funcionaria de Boca del Río, quien por cansancio o ebriedad -no se ha aclarado aún de forma satisfactoria- impactó a este joven, causando que perdiera la vida. Este escenario es por sí mismo complicado para tomar una postura. Hay un muerto y un responsable directo por esta muerte. Hay un atenuante demostrable: el peatón cruzó por donde no debía. Hay un agravante controvertida: el conductor presumiblemente conducía en estado de ebriedad.100822_lafoto_principal

A este escenario,  se le suma un gobernador cuyo mandato se ha caracterizado por la persecución de periodistas. Tan solo en los primeros dos años de mandato, Javier Duarte logró poner a Veracruz como puntero en la ignominiosa competencia por amordazar la libertad de expresión. Incluso se ha culpabilizado a las víctimas por nexos con el narcotráfico, que por su situación de difuntas no han podido defenderse. Tenemos casos, como el de Regina Martínez, en los que parece haber intervención por parte del ejecutivo estatal para encontrar culpables en cualquier persona que esté dispuesta en cargar con el crimen de otra.

Por último, tenemos en México la práctica común entre políticos y ricos de mover sus influencias y recursos para escaparse del férreo, aunque corroído -por no decir «corrompido»- brazo de la ley mexicana. De esta forma, se desaparecen agravantes y se aducen atenuantes que les permite salir tras el pago de una fianza que poco adelgace sus bolsillos.

Todo esto pinta un escenario cuya resolución definitiva pareciera sólo poder provenir de un Deux ex Machina. Sin embargo, no falta quienes desde distintas tribunas señalan, como si hubieran estado presentes en el accidente, la culpabilidad o inocencia de los implicados.

Por ejemplo, tenemos una nota que raya en lo ridículo donde aduce «argumentos» que demuestran la culpabilidad de la conductora, basados en el método tan criticado por Sócrates del «sentido común». Un artículo escrito con demasiadas vísceras para tomarlo en serio.

Maryjose Gamboa no ha negado su culpabilidad en el accidente. El asunto que se discute es qué tan culpable es. Y es aquí donde entran las suspicacias ¿el gobierno municipal de Boca del Río manipuló las pruebas a favor de su funcionaria? ¿el gobierno del estado de Veracruz metió su mano al ver en las fauces del lobo a una periodista que los ha señalado desde hace varios años en su columna y espacio radiofónico? ¿Cuál es la realidad? Parece que tomar una postura termina siendo un acto de fe.

Es entendible que la familia y amigos de José Luis Burela quieran el mayor castigo posible para la responsable de su muerte. Ya Locke señalaba la desventaja, en el estado de naturaleza, que los ofendidos juzgasen a los infractores, pues movidos por la ira o deseo de venganza, se les podría «pasar la mano». Y es por eso que la justicia se imparte por terceros quienes -en teoría- deben juzgar con imparcialidad. Asimismo, es creíble que a Duarte le congratule esta posibilidad de poder cargarle la mano a una de sus críticas, acción acorde a su papel de monarca despótico de Veracruz.

Si Maryjose Gamboa sólo fuera funcionaria en el gobierno municipal controlado por el PAN, o si sólo fuera periodista, quizá sería más sencillo para nosotros decantarnos por alguno de estos dos veredictos, hacernos un juicio simple para nosotros que no somos jueces. Y por eso mismo, me sorprende la facilidad con la que tanta gente juzga el caso, de entrada complicado.

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Las horas muertas

En una película dirigida por Aarón Fernández y un reparto que combina a actores con no actores, la costa de la Esmeralda (Veracruz) es retratada en este largometraje que ganó el premio del jurado en la 26° edición del Tokio International Film Festival.

La producción, que contó con el apoyo de Francia y España, es tan austero como el motel que se vuelve el eje rector de la película. Sebastián (Ferrer),, de 17 años,  llega a hacerse cargo del motel donde conoce a Miranda (Paz), quien es una clienta habitual a quien su amante la deja seguido plantada.

La historia es sencilla, y se enriquece con las vivencias  de los lugareños. La tranquilidad constante de aquellos parajes aislados de la región de Totonacapan es, igualmente, un protagonista en la historia. Este aislamiento y tedio es lo que acerca a los personajes y lo que vuelve lo insignificante, significativo.

Se comenta que Aarón Fernández le dio especial importancia al casting de la obra y que fue una de las partes más difíciles en la producción (1) . Uno puede imaginar en qué residió esta dificultad. Los actores están lejos de ser los clásicos galanes que se proyectan tanto en Hollywood como en las novelas. Sin embargo, sus cuerpos contagian la sensualidad implícita en la historia.

Sin que quede la sensación de estar ante una obra maestra, uno siente haber probado un buen dulce del Séptimo Arte. La obra de Aarón Fernández no es un cine pretencioso, pero tampoco trivial.

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Va por Veracruz

Una comunidad bastante amplia de músicos, con apoyo de la Facultad de Medicina de la UNAM y la Cruz Roja Mexicana, organizaron en el Palacio de Medicina un concierto cuyo costo del boleto era acopio para las comunidades afectadas por el paso del huracán Karl, en Veracruz.

El recinto, para mí, guarda muchas familiaridades. Mi abuelo estudió medicina justo ahí. Yo presenté, hace casi dos años, una ponencia sobre poesía en el mismo auditorio en que ahora tocaban para ayudar a mi tierra natal. Sobra comentar que el son jarocho del grupo Cucalambé, que tocaba mientras esperábamos la entrada al auditorio, me hacía sentir en casa.

(Hago una pausa. Me cuesta trabajo hablar sobre música. Al no ser conocedor, no puedo hablar con términos técnicos sobre cómo me emocioné o cómo disfruté el concierto. Por otro lado, cualquier abuso de adjetivos puede hacer creer que lo que digo es mera retórica).

El concierto empezó con Baltasar Juárez, arpista, quien tocó dos breves piezas. Se siguió con un coro de tres sopranos, dos tenores y dos bajos que cantaron piezas de Monteverdi. Anacrúxas, cuarteto de saxofones, rompió con la formalidad de la música de conservatorio, promoviendo el desorden entre el público con música tradicional traducida al sax. Se regresó a la estructura cerrada de un concierto clásico con la Camerata por Veracruz. El broche final fue con Horacio Franco, que presentó un concierto de Vivaldi para flauta.

«¿Cómo consigue tener tanto aliento Horacio Franco?» me preguntaba retóricamente al final Luz, compañera de la ENAH. «Dejándonos sin aliento al escucharlo, seguramente», se me ocurrió. Porque fue una cosa sorprendente para mí, cuando tocó el solo del concierto.

Al final, Horacio Franco invitó a Cucalambé a que lo acompañaran a tocar una pieza tradicional jarocha y le dijo al público «Una vez más, demostramos que los ciudadanos podemos hacer más que todos los políticos juntos».

El día de ayer, en el blog de «Va por Veracruz«, se publicó que todo el acopio ya se ha distribuido.

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Centros de Acopio para Veracruz

Les paso la ubicación de Centros de Acopio para Veracruz, para donar
esas cosas que se donan en estado de emergencia.

Si sólo Veracruz era bello… entonces, ya nada lo es 😥

Centros de acopio

EN EL DISTRITO FEDERAL

Cruz Roja Mexicana – Juan Luis Vives #200, col. Polanco.

Centro Cultural y Social Veracruzano –  Miguel Ángel de Quevedo #68 en Coyoacán.

Representación del Estado de Veracruz – Marsella #77, col. Juárez.

Secretaría de Protección Civil. Avenida Patriotismo 671, colonia San
Juan. Horario: 09:00 a las 18:00 horas.

Dirección General de Emergencias Mayores. Periférico Sur 2769, colonia
San Jerónimo Lídice. Horario: 09:00 a las 18:00 horas.

En las estaciones de bomberos que se localizan en 14 de las 16
delegaciones de la ciudad de México. Operan las 24:00 horas del día.

EN VERACRUZ

La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), ubicada
en Costa Dorada #500 entre Ruíz Cortines y Mar de Japón,
Fraccionamiento Costa Verde en Boca del Río, Veracruz, de lunes a
viernes de 8:00 a 19:00 horas y el sábado de 10:00 a 13:00 horas

Otros centros de acopio en el estado son: el World Trade Center de
Boca del Río, el Auditorio Benito Juárez del puerto de Veracruz y las
instalaciones del DIF Estatal en Xalapa.

OTROS ESTADOS

En las delegaciones de la Cruz Roja en Jalisco, Querétaro, Guanajuato,
Hidalgo, estado de México, Morelos, Puebla

Campeche. http://www.cruzrojamexicana.org.mx/pagnacional/mapa.jsp

Oaxaca. Oficinas de la Secretaría de Asuntos Indígenas (SAI). Ciudad
Administrativa, edificio 3 “Andrés Henestrosa”, planta baja, municipio
de Tlalixtac de Cabrera.

Oaxaca. Alameda de León y el Paseo Juárez “El llano”. Centro Histórico
de la ciudad de Oaxaca. Horarios de atención de lunes a viernes de las
09:00 a las 17:00 horas.

Oaxaca. Centro del Comité Autonomista Zapoteca “Che Gorio Melendre”.
Calle Platanares 503, fraccionamiento Trinidad de las Huertas.

Puebla. Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
(ITESM), campus Puebla. Vía Atlixcayotl No. 2301, San Andrés Cholula,
Puebla. Abierto las 24 horas.

Estado de México : delegaciones de la Cruz Roja en Atizapán, Ecatepec,
Naucalpan, Cuautitlán, Nezahualcóyotl La Perla, Texcoco, Chalco,
Tlalnepantla, Zumpango y Toluca.

Hidalgo. DIF estatal. Salazar 100, colonia Centro, Pachiuca. Horario
de atención de 8:30 a 16:30 horas.

Monterrey . Cruz Roja Nuevo León. Av. Alfonso Reyes No. 2503
NorteTeléfono: 01 811 477 14 86
Cuentas bancarias

Cruz Roja Mexicana – Bancomer cuenta no. 0404040406 Sucursal 683

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